Ahora sí ya te pasaste Correa!! Sabes una cosa? NO TE TENEMOS MIEDO. Tu arrogancia, intolerancia y el alto grado de resentimiento social, llegaron al límite.

Callar a quienes piensan diferente ordenando su detención o con juicios millonarios con el fin de que todos nos llenemos de miedo, es una táctica ruin y vergonzosa que lo único que logra es un profundo odio y rechazo.

La mayoría de ecuatorianos que acudimos a votar te dijimos NO porque NO queremos a un acomplejado, con sonrisa de paso zebra, que crea que puede tener el poder absoluto en el país.
  El Tridente, ¡NO MÁS POR FAVOR!  


Bucaram, Gutiérrez y Correa son las puntas del Tridente que ha destruido al Ecuador. Rafael Correa es la última punta.

Estamos aquí para impedir que el Tridente acabe con lo que queda de este país y para que NUNCA MAS se forme un nuevo Tridente.

Características de las puntas del Tridente:

• Populista y demagogo.
• Sin experiencia.
• Irresponsable y audaz: quiere aprender a gobernar GOBERNANDO.
• Se ve a si mismo como un Mesías.
• Promueve el odio entre ecuatorianos.
• Ataca y ofende a quienes tienen algún bienestar económico.
• Hace cualquier cosa por mantenerse en el poder.
• Dice querer cambiar el pasado y hace lo mismo de siempre, pero a su manera.
• Sus acciones producen inestabilidad además de problemas económicos, políticos y sociales.
• (...)

domingo, 22 de mayo de 2011

La Dulzura de las Mentiras por Francisco Febres Cordero

por Francisco Febres Cordero en el Diario El Universo

¡Qué limitadito el excelentísimo señor presidente de la República! (¡Ay, perdón!, después el Mora ese quiay ha de decir que yo insulto a su amo. Más bien, para curarme en salud, retiro todos los epítetos ofensivos y, muy respetuosamente, digo): ¡Qué limitadito el Correa! Es que ¡cómo ha de hacer campaña a favor del polígrafo!

¿Ustedes saben qué es el polígrafo? Verán les explico: es un instrumento integrado por cables conectados a una máquina que, en su extremo opuesto, lleva unos sensores que se fijan en las sienes, en las tetillas, en las muñecas, en los tobillos de quien va a ser sometido al examen de la verdad; una vez que estos sensores han sido colocados, se baja una palanca y ¡tac!, el sujeto se electrocuta. ¡Chuta no, qué bestia, ya creo que me confundí con la silla eléctrica! Aquí el sujeto no se electrocuta sino que va respondiendo a las preguntas que le hacen sus interrogadores y, si dice una mentira, las sienes, el corazón, las tetillas, las muñecas o los tobillos le delatan y el aparato marca esa respuesta como mentira. En resumen, es un método muy antiguo, pero que aquí, como estamos en plena revolución, el Correa quiere implantarlo. O sea es más o menos como el ferrocarril, pero en polígrafo.

Lo peor es que el Correa lanzó un reto para demostrar que en el 30 de septiembre sí hubo intento de magnicidio: si el coronel Carrión pasa por el polígrafo él también está dispuesto a someterse a la prueba para poner en evidencia que no recibió apoyo de las FARC en su campaña.

Imagínense el Correa despojado de su camisa étnica y ponido todos esos sensores a lo largo y ancho de su cuerpo. ¡Qué horrible! Además de su estética, que está hecha pomada, se haría pomada también su revolución ciudadana. Fu, el polígrafo se volvería loco si al Correa, después de registrar que él jamás conoció a las FARC, le preguntarían si quiere seguir siendo presidente de la República. El polígrafo enseguida detectaría que el corazón le late durísimo, los tobillos se le hinchan, las tetillas se le inflaman, todo lo cual demostraría que lo que el Correa quiere es seguir de dictador y entonces el pobre quedaría pésimo ante la faz del polígrafo.

Y así, pregunta tras pregunta, el polígrafo le fuera desenmascarando al Correa en cada una de las respuestas.

Por eso, lo mejor que puede hacer es olvidarse del tal polígrafo y seguir nomás con sus mentiras que, de tan dulces, son las que nos tienen a todos felices porque nos hacen creer que ¡por fin!, en el país se está implantando la justicia, la corrupción no existe, el trabajo se multiplica y alcanza para todos, la seguridad es un hecho incontrastable, la salud ya es de todos y, además, su gabinete está integrado por intelectuales que piensan por sí mismos y hasta se atreven a contradecirle.

O sea que al Correa lo que le conviene es seguir aferrándose a la dulzura de sus mentiras, a sus insultos y a la propaganda oficial que nos pinta la realidad como algo idílico. El polígrafo, en cambio, se puede cabriar por tanta respuesta falsa, los cables pueden terminar chamuscándole las tetillas y después ¿a quién va a culpar por ese atroz intento de magnicidio?

Obedézcanlos por Emilio Palacio

Por Emilio Palacio en el Diario El Universo

Las cifras oficiales están casi listas. ¿Y qué revelan? Bueno, quizás lo más importante sea que entre la primera consulta de Rafael Correa (la del 2007) y la del sábado anterior, el presidente perdió 1,3 millones de seguidores, a pesar de que en ese mismo lapso, 2 millones de jóvenes que no habían votado antes se convirtieron en electores.

La campaña publicitaria, las giras interminables del presidente, los bonos y las tarimas, solo convencieron a 3,6 empadronados de cada 10 para que el 7 de mayo vayan a votar por el SÍ. ¿Cuántos más habrían decidido de otro modo si la pelea hubiese sido pareja?

Los que no siguen a Correa, en cambio, crecieron de 1,4 millones de ciudadanos a 4,6 millones (votos NO, nulos y blancos), sin contar con el ausentismo y los votos que se perdieron con el fraude.

Hay otro dato a tomar en cuenta. Los seguidores del Gobierno casi no aparecieron durante la campaña electoral, y en situaciones críticas como el 30 de septiembre no han sido más de 2.000 o 3.000 en pocas ciudades.

En cambio, entre los que no creen en Correa (de izquierda, derecha, centro o independientes), comienza a aparecer una vanguardia de ciudadanos que hicieron campaña electoral, entregaron parte de su tiempo, y algunos incluso ofrecieron su casa para reuniones. Esos ecuatorianos siguen dispuestos a movilizarse, pero esperan orientación.

¿Cuáles podrían ser las próximas batallas políticas decisivas entre Gobierno y oposición? Una muy importante será la elección de las nuevas autoridades de la Asamblea Nacional. Será una prueba difícil, porque el hombre y la mujer del maletín no han muerto, gozan de muy buena salud, y son hábiles para dividir. Se necesitará un buen pegamento para unir a la oposición.

En mi opinión, ese cemento de contacto no puede ser otro que los 4,6 millones de ciudadanos que no apoyaron en las urnas las reformas totalitarias. Ellos son los mandantes (como se dice ahora) de la oposición, que se debe a ellos y no les puede fallar ni dar la espalda.

El mandato de esos ciudadanos es inteligible, es decir absolutamente comprensible: “Ningún apoyo a la reforma totalitaria”.

La oposición debe obedecer ese mandato y dar la pelea en la Asamblea Nacional para que no se descarte ningún voto inteligible, es decir ningún voto válido (según la definición del Código de la Democracia), y como máximo órgano de la democracia, evitar así que los malos perdedores consigan en el tapete lo que no lograron en las urnas.

Hasta ahora, el único partido que se ha pronunciado en ese sentido es Sociedad Patriótica, que claramente ha dicho que el SÍ perdió en las urnas porque no reunió los votos inteligibles necesarios.

¿Y el resto?

Quizás todavía estén analizando el asunto; y en ese caso la demora se deberá solo al afán de actuar con seriedad.

Pero cuidado alguien quiera desobedecer a esos 4,6 millones de mandantes, y en lugar de buscar la unidad contra el mayor fraude político de los últimos treinta años, busque el acuerdo oportunista para acomodarse.

Llegar a la presidencia de la Asamblea siempre será un objetivo político codiciado para cualquier asambleísta, y no hay nada de malo en eso. Pero los acuerdos momentáneos nunca deben ir en contravía de lo que aspiran los ciudadanos de a pie.

En las urnas, 4,6 millones le negaron el SÍ a las reformas; vamos a ver si en el Palacio Legislativo esa resonante victoria encuentra eco.